El pasado 29 de Abril ITV estreno dos nuevas comedias para su noche de los lunes, Vicious y The Job Lot, para sustituir el hueco dejado por mi odiada Broadchurch.
La primera tenía un cartel que ya lo quisiera para si la feria de San Isidro de Madrid; encabezado con dos de las más grandes figuras de la interpretación británica, Ian MacKellen y Derek Jacobi, y aderezado con Frances de laTour (Harry Potter) y la cara bonita de Iwan Rheon, la serie que trata el día a día de una pareja homosexual de la tercera edad lo tenía todo para ser un hit, pero lo que me encontré fue un viaje a lo más casposo de las comedias de enredo de los 80-90.
Rodado al más puro estilo sitcom, con multicámara, un solo escenario, menos de media docena de personajes y un elemento que, aún habitual en este formato, me superó: las risas enlatadas. Hay ciertas cosas que se puedo tolerar en el mundo, pero poner a Yo Claudio y a Gandalf a debatir entre risas falsas es algo que me produce un salpullido en mi paladar seriéfilo.
Si las hordas de criaturas carcajeantes en Off no fuese suficiente bullicio, la serie es en si rimbombante y gritona. La idea de ver a los nobles actores (ambos tienen el título de Sir) haciendo de drama queen decrépitas era grandiosa, pero se les fue totalmente de las manos. Toman los extremos del marido relativamente exitoso y el ama de casa que abandonó todo por amor. A Jacobi solo le faltan los rulos (la bata la lleva de serie) para ser una amarga maruja de la tercera edad, su personaje no tiene alma propia, es quizá demasiado femenino y totalmente prototípico. Al extremo contrario se encuentra el de MacKellen que es demasiado intenso y cargante como para empatizar con él. Han perdido la gran baza que sería mostrar una pareja homosexual nacida en los sesenta y su evolución hasta el siglo XXI, para convertirlo en una comedia familiar donde la esposa tiene barba.
Es norma general de la comedia, como género, tender a exagerar los vicios y virtudes de los personajes, pero la línea que la separa de la sobreactuación y la histeria es muy fina, y el piloto de Vicious la cruza en más de una ocasión.
Reconozco que esperaba un humor más cáustico y menos previsible, pero quizá tras el éxito de series basadas en un humor más blanco y asequible a todos los públicos, como Miranda, los productores hayan querido jugar sobre seguro y no ser demasiado audaces, no olvidemos que esto es ITV, no Channel 4.
La serie me produjo una mezcla de vergüenza ajena y estupor; no entendía como se podía haber infrautilizado así al duo protagonista, pero conforme avanzaba el capítulo descubrí que no fueron las únicas víctimas de la nefasta dirección de actores. El joven Iwan Rheon, conocido por Misfits o Juego de Tronos, está pavoroso. Quizás sea el papel de boy-toy sin gracia o simplemente que no tiene tiene vis cómica, pero Rheon se limita a ser un palo que observa las escenas con ojos desencajados y escupe malamente sus líneas sin el más mínimo atisbo de complicidad con el resto de compañeros de reparto. Una pena.
No negaré que en un par de ocasiones lograron arrancarme una carcajada, pero fue más por el buen hacer de estos maestros de las tablas, que hasta en los momentos más oscuros del alma, como el guión del piloto, logran hacernos sonreír. Intentaré ver algún episodio más, me resisto a creer que esto es todo lo que los hombres que encarnaron a The Master en Doctor Who y a Magneto en X-Men pueden darnos; no en vano son los dos mayores villanos del universo, bueno quizá solo compitiendo con el guionista de está abominable farsa.
Nos vemos en tu serie o en la mía
Deja un comentario