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A dos metros bajo tierra (HBO) ¿Merece la pena?

20 Jun

 

A principios de los 2000, que aunque parezca que ha pasado una eternidad no es así, en aquellos años en que todavía veíamos toda nuestra tele en el aparato del salón, La 2 de televisión española empezó a emitir los “jueves en serie”, una programación doble con Las chicas Gilmore y A dos metros bajo tierra.

La primera era una serie amable sobre una madre y una hija con un serio problema de diarrea verbal, que aún hoy me parece deliciosa. Pero el premio gordo venía en la segunda parte de la sesión, con Six Feet Under, serie creada por Alan Ball que venía de ganar el oscar con American Beauty.

¿DE QUÉ VA?

La serie narra la vida de la familia Fisher, dueños de una funeraria, y las vicisitudes de esta profesión, centrándose en cómo afecta a cada personaje el hecho de vivir rodeados de muerte.

La ficción arranca con la muerte de Nathaniel el patriarca, y la herencia del negocio familiar por parte de sus hijos, que deben lidiar con una nueva situación profesional unida al dolor por la pérdida de su padre.

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ESTRUCTURA Y TONO

Ya desde el piloto, todos los episodios se inician con una muerte, más o menos trágica, más o menos absurda (hay auténticas maravillas del surrealismo) a modo de cold open aunque son posteriores a los créditos (que son otra maravilla). El muerto en cuestión será embalsamado y enterrado por los Fisher y las vivencias de las familias del finado incidirán en las propias vidas de los dueños de la funeraria.

La serie mantiene un finísimo humor negro, procura no caer en el victimismo y siempre busca equilibrar lo cómico con lo profundo.

La serie asume la premisa de la muerte como algo natural de lo que se debe hablar abiertamente, una idea lógica pero en directa oposición a la tendencia habitual a esconder el dolor por la pérdida de los seres queridos. La parte que habla de la muerte más directamente no es una comedia, pero tampoco es un dramón. La parte culebronera se acentúa más en las vidas de los personajes, algo excesivo para mí en las temporadas finales, donde cada vez se alejan más de los conflictos episódicos creados por los “clientes” de la funeraria, y se centran más en las tramas personales. La actividad en la funeraria se limita a permanecer como tela de fondo del resto de tramas y en ser fuente de conflictos pero más como negocio que como casa mortuoria.

¿POR QUÉ MERECE LA PENA?

Por la época de su estreno yo ya había visto alguna “serie buena”, como Doctor en Alaska o Expediente X, pero no necesité que pasasen demasiados minutos del piloto para darme cuenta de que aquella serie era algo diferente. Yo no sabía que era HBO, ni falta que me hacía, ni conocía a ninguno de sus actores*. Hasta desconfié de que la serie fuese americana y lo mire en internet, porque mi pensamiento era que “aquellos personajes eran demasiado extraños para ser americanos”.

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La profundidad de los personajes, sus conflictos interiores, su hiriente sinceridad en las discusiones, hacían que todos ellos pareciesen reales, imperfectos, humanos. Rompían el velo de perfección de las series americanas, de sus actores macizos, de sus actrices anoréxicas, y nos mostraban algo distinto, la televisión como reflejo de la realidad y no como la cueva de las sombras de Platón donde todo parecía más hermoso cuando era televisado.

Pero paralelamente al naturalismo humano que desprendía, la serie juega magistralmente con el mundo del subconsciente, de lo onírico, de la alucinación producida por la droga, o de la inconsciencia, mostrándonos a los muertos como seres que continúan junto a los vivos, comunicándose con ellos y dándoles lecciones de vida, si bien nunca se sabe si las reflexiones vienen del propio finado o del yo interior del personaje.

El juego entre la realidad más cruel y el surrealismo más acuciante la convierten en una de las series más reveladoras de la condición humana de la historia de la televisión.

¿QUÉ ES SIX FEET UNDER PARA MI?

Nunca terminé la serie; me quedé al principio de la tercera temporada, quiero imaginar que alguna contraprogramación de la 2 me dejó en la cuneta, y hasta hace un par de semanas no había sido capaz de retomarla. La razón: tenía demasiado miedo a que se me cayese un mito. La “yo presente” con 10 o 12 años más de visionado de series a la espalda podía odiar una serie que la “yo pasada” adoraba. Pero no fue así. Casualidades del azar compré pack de la serie junto con el de Las chicas Gilmore (coincidencia, no lo creo) y retomé la serie donde la había dejado, viendo las casi tres temporadas restantes en dos semanas. Y me encantó.

Claro que la temporada 3 es muy superior, y que la cuarta y el principio de la quinta se diluyen en tramas estériles, pero los últimos episodios de la serie compensan cualquier lapso previo. Y tiene el mejor final de la historia de las series. El mejor. El más lógico, el más introspectivo, el más sentimental, el más bello formalmente, el más satisfactorio, el que mejor te permite alejarte de la serie con una sonrisa. En una ficción sobre la muerte y el duelo, logran darte justo lo que necesitas para seguir adelante.

Seguramente a los que habéis visto la serie siendo más mayores, o mejor formados podréis tener un concepto más objetivo de Six feet under, pero en mi caso es imposible. Como el primer amor, tras mi flechazo inicial me he pasado la vida comparando al resto de las series con ella.

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Repito que no logro ser objetiva con esta serie. No puedo. Para mí siempre tendrá un lugar de honor en el panteón de las series terminadas, porque en mi particular historia seriéfila la edad dorada de la televisión comenzó con Six Feet Under. Más bien mi historia de las series empezó con Six Feet Under y ha influido todo lo que vi y veré y formará parte de mi, porque, cuando acabas esta serie te siente un Fisher más. No en vano cuando mi querido Ernesto Mitre realizó el diseño de este blog solo tuvo un requerimiento por mi parte: “quiero que tenga el color del cielo en los créditos de Six Feet Under”. Porque yo no sería la que soy hoy sin ellos. Los Fisher pusieron el liston en las nubes, por eso yo pinte mi blog como su cielo. Para algún día, alcanzarlos.

 

Nos vemos en tu serie o en la mía.

 

* Los actores de Six Feet under eran desconocidos para mi entonces, pero a todos les fue francamente bien desde el final de la serie, al menos a los Fisher, desde Michael C. Hall, el ya eterno Dexter, Peter Krause que no ha parado de hacer series, las colaboraciones de Lauren Ambrose en Coma o Torchwood, o la deliciosa Frances Conroy que tanta luz dio a American Horror Story.

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